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la crisis del mineral de tamaya

y la obligada reconversión laboral
Mina La Quiroga - Cerrillos de Tamaya. Dr. Wolfgang Griem
Mina La Quiroga - Cerrillos de Tamaya. Dr. Wolfgang Griem
Fundicion de Tongoy
LA CRISIS ECONÓMICA PRODUCIDA POR EL OCASO DEL MINERAL DE TAMAYA OBLIGÓ A LOS HABITANTES DE CERRILLOS DE TAMAYA A UNA RÁPIDA RECONVERSIÓN LABORAL, SIENDO LA AGRICULTURA UNA SALIDA NATURAL. LA OPORTUNIDAD DE ABASTECER CON PRODUCTOS AGRÍCOLAS A TODO EL NORTE DE CHILE ERA LA PALANCA DE DESARROLLO PARA ASEGURAR LA ESTABILIDAD Y PROSPERIDAD DE LA ZONA.

La extracción de cobre tuvo un importante rol en la economía chilena del siglo XIX, convirtiendo a Chile en el primer exportador del metal rojo en el mundo. La creciente demanda británica por el recurso, impulsó desde 1825 la exportación de cobre bruto hacia las fundiciones inglesas. En 1852, el industrial chileno José Tomás Urmeneta descubrió un antiguo pique diaguita ubicado en la Cordillera de Talinay. La explotación de este gigantesco yacimiento permitió aumentar significativamente la producción del metal en el país, llegando a su máximo nivel en la década de 1870.

Así surgió la localidad de Cerrillos de Tamaya, pueblo que albergó a más de 7.000 trabajadores en las faenas. En 1870 se contabilizó 39 minas con una ley de 17% de cobre. Dada su importancia económica, al poco andar la localidad vio la construcción de una de las primeras rutas de ferrocarriles en América del Sur y se instalaron 9 máquinas a vapor para extraer el mineral. Desde ahí partió la ruta hasta el puerto de Tongoy donde el mineral era procesado y cargado en barcos hacia Europa.

A mediados del siglo XX la minería del cobre empezó a sufrir crecientes problemas. Con el paso de los años, el pique comenzó a bajar su ley y, a partir de 1874, la caída de los precios internacionales del mineral vio cerrar numerosos yacimientos y fundiciones. Esto produjo una masiva migración de sus habitantes, convirtiendo a Cerrillos de Tamaya y localidades cercanas en pueblos fantasmas. La crisis económica producida por el ocaso del mineral de Tamaya obligó a una rápida reconversión laboral, siendo la agricultura una salida natural.

Por aquel entonces, la explotación salitrera haría del país el principal productor mundial del abono natural por cuatro décadas. Hombres y mujeres viajaron en busca de oportunidades de progreso y una de las consecuencias de la migración fue la formación de numerosos centros poblados en la pampa y en los puertos del Norte Grande.

Surgió así una oportunidad para abastecer de productos agrícolas a todo el norte de Chile. El Departamento de Ovalle contaba con un suelo riquísimo para la agricultura, sólo faltaba el agua y de cuya correcta regularización dependería el éxito de la misma. A fines del siglo XIX y comienzos del XX, un joven y visionario ingeniero agrónomo –oriundo en Cerrillos de Tamaya– entendió que la reconversión de la zona estaba en la agricultura bajo irrigación artificial y que esta era la palanca de desarrollo para asegurar la estabilidad y prosperidad de la localidad.

El departamento de Ovalle estaba dotado de tierras de primera calidad y de un excelente clima que se prestaba amigablemente para trabajos agrícolas, siendo el agua el único factor inestable. El rio Limarí arrastraba grandes caudales en años lluviosos, así como también en años malos el agua escaseaba hasta para beber.

Fue como la sobrevivencia de Cerrillos de Tamaya vino de la mano de Arturo Villalón Sieulanne, quien luego de recibirse de agrónomo en 1897 regresó a su tierra natal con el inquebrantable propósito de construir las primeras obras de regadío –mucho antes que los gobernantes tomaran similar iniciativa– para el resurgimiento agrícola y así llevar el agua a extensas propiedades, antiguamente de secano. Construyó los embalses artificiales “San Antonio” y “Concepción” de 7 millones de metros cúbicos cada uno, los mayores que habían en suelo privado del país en esa época.

Al poco tiempo vio que estas represas eran insuficientes y demasiadas pequeñas porque solo servían para irrigar una extensión limitada de suelo. Era indispensable una obra mayor que pudiera contener las aguas lluvias de todo un período invernal. El amor a la tierra que lo vio nacer le dio la fuerza y persistencia necesaria para llevar adelante una idea que –en ese tiempo– muchos consideraron irrealizable: Un dique para almacenar 105 millones de metros cúbicos de agua destinada a regadío, aún en tiempos de sequía.

Así se comienza a delinear el Tranque La Recoleta, la primera gran obra de regadío en Chile y Sudamérica.


juan guillermo farr gaete

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Ubicado a 18 Km. de Ovalle, fue la primera represa construida en la región. Recoge las aguas del río Hurtado y tiene una capacidad de 100 millones de metros cúbicos destinadas al riego de 15 mil hectáreas agrícolas.

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